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Viaje a Machu Picchu 2013
4 participantes
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Viaje a Machu Picchu 2013
Buenas, les dejo los relatos y fotos del día a día que fui haciendo del viaje a Machu Picchu.
Que lo disfruten!
Viaje a Machu Picchu en moto: Día 1
Recorrido: Rafaela (Argentina) – Rosario de la Frontera (Argentina)
Distancia: 764 km
Tiempo: 11 hs 15 minutos
El nacimiento de una aventura
Son las cuatro de la mañana del viernes, y entredormido puedo escuchar el despertador. En la pieza de huéspedes dormimos Mauricio -que anoche llegó desde Buenos Aires- y yo. Mientras nos despabilamos aprovechamos a ultimar algunos detalles. Antes de salir, un vecino nos toma un par de fotos con nuestras motos, ya con todo el equipo listo. Solo falta colocarnos los cascos y encender los motores.
Minutos antes de patir...con los nervios a flor de piel
Y allí vamos… a las cuatro y media de la madrugada dejamos la ciudad de Rafaela, la cual se encuentra totalmente iluminada, como si fuera de día. Son los primeros kilómetros, Gabi se ubica en primer lugar, y con Mauricio me pongo de acuerdo para acomodarnos detrás. Me pregunto por qué salimos tan temprano. Gabi viene planeando los horarios y las rutas desde hace mucho tiempo, así que supongo que será por el poco tránsito de la noche y porque la jornada requerirá de muchas horas de manejo.
Llegando a Sunchales puedo divisar que el tráfico sobre la ruta es mucho mayor. Noto que está amaneciendo y la gente empieza a salir de los boliches, desordenada y alborotada. En la zona urbana disminuimos la velocidad casi a paso de hombre. Preferimos demorar unos minutos más a cambio de llevarnos una temprana amargura.
Al paso por la ciudad de Ceres, llevamos unos 180 kilómetros de viaje. El sol ya se deja ver y calienta de a poquito la mañana de sábado. Aquí es donde hacemos nuestra primera “parada oficial”. Estiro las piernas, cargamos nafta y seguimos camino con rumbo noroeste.
Pasando por algún pueblito de Santiago de Estero
Mauricio Alvares, meditando sobre su Falcon
Ya nos hemos adentrado en la provincia de Santiago del Estero y decidimos parar en Colonia Dora. Mirando el GPS, calculamos que la próxima estación de servicio queda a cientos de kilómetros, por lo que obligadamente debemos cargar combustible aquí. Para sorpresa de todos, la estación se encuentra superpoblada de vehículos, en donde se forman dos hileras interminables de autos y algunas motos -entre ellas las nuestras-. Calculamos más o menos una hora de espera, lo que nos da tiempo para ir al baño y comer algo. Luego de eso, aprovecho a registrar el momento con mis cámaras de foto y video.
La infinita Ruta 34
Desde que salimos de Rafaela, transitamos por la Ruta Nacional 34. Esta vía recorre casi 1500 kilómetros y se extiende desde Rosario (Santa Fe) hasta Salvador Mazza (Salta), en el límite con Bolivia. Está colmada de vehículos pesados; desde que iniciamos el viaje circulamos junto a camiones, colectivos y máquinas agrícolas de todos los tamaños.
De a ratos el paisaje se torna fatigoso, el sol está arriba de nuestras cabezas y el calor santiagueño empieza a pegar fuerte. Llegamos a la ciudad de La Banda al mediodía, en donde nos esperan unos compañeros moteros. Luego de comer unos sándwiches, nos despedimos de ellos y seguimos viaje. Martín Berardo en su “Versys” se integra al grupo y ahora son cuatro las motos sobre el asfalto rumbo a Machu Picchu. Los de adelante marcan una velocidad que me cuesta seguir. Hay mucho viento de frente, y Dora -mi Tornado- es las más chica de las cuatro.
De repente y sin aviso mi moto empieza a mermar la marcha. Acelero reiteradas veces, pero no sirve de nada: no responde. Debo tirarme a la banquina y ver qué es lo que pasa. Calculo que me quedé sin combustible y ruego que sea eso. Ya llevamos muchos kilómetros recorridos desde la última vez que cargamos y además, la estoy exigiendo más de lo acordado. En la parte trasera del asiento llevo un bidón con nafta. Mientras Mabe saca algunas fotos, vaciamos los cinco litros en el tanque de la Tornado. Pongo la llave, doy contacto, y ARRANCA! Al escuchar nuevamente el motor siento un gran alivio. Nos colocamos el casco y seguimos viaje.
Tomando sol al costado de la ruta...
Esta es mi cara de... "me quedé sin nafta"
El casco, esperando retomar el viaje
Martín Berardo, sobre la Versys
En la intersección con la Ruta 9 nos despedimos de Mauricio y Martín, quienes siguen camino hasta San Salvador de Jujuy, en donde piensan pasar la noche. Antes de la foto grupal y el saludo, sugieren volvernos a encontrar en Cusco -Perú-. Esa es una gran idea, ya que probablemente nuestra estadía coincida con la de ellos.
Argentina, Bolivia, Perú y Chile, allá vamos!
Nosotros nos quedamos en Rosario de la Frontera, en la provincia de Salta. Aquí tenemos un hostel reservado. Fueron casi 800 kilómetros y más de once horas de viaje. Estamos cansados pero con gran expectativa por lo que vendrá. Mañana, la llanura de los campos se transformará en montañas multicolores.
POR ALGUN MOTIVO NO ME CARGO LAS FOTOS! SUPONGO QUE ES POR QUE SOY NUEVO Y DEBEN PASAR UNOS DIAS...ALGUIEN ME LO PUEDE CONFIRMAR? SALUDOS
Que lo disfruten!
Viaje a Machu Picchu en moto: Día 1
Recorrido: Rafaela (Argentina) – Rosario de la Frontera (Argentina)
Distancia: 764 km
Tiempo: 11 hs 15 minutos
El nacimiento de una aventura
Son las cuatro de la mañana del viernes, y entredormido puedo escuchar el despertador. En la pieza de huéspedes dormimos Mauricio -que anoche llegó desde Buenos Aires- y yo. Mientras nos despabilamos aprovechamos a ultimar algunos detalles. Antes de salir, un vecino nos toma un par de fotos con nuestras motos, ya con todo el equipo listo. Solo falta colocarnos los cascos y encender los motores.
Minutos antes de patir...con los nervios a flor de piel
Y allí vamos… a las cuatro y media de la madrugada dejamos la ciudad de Rafaela, la cual se encuentra totalmente iluminada, como si fuera de día. Son los primeros kilómetros, Gabi se ubica en primer lugar, y con Mauricio me pongo de acuerdo para acomodarnos detrás. Me pregunto por qué salimos tan temprano. Gabi viene planeando los horarios y las rutas desde hace mucho tiempo, así que supongo que será por el poco tránsito de la noche y porque la jornada requerirá de muchas horas de manejo.
Llegando a Sunchales puedo divisar que el tráfico sobre la ruta es mucho mayor. Noto que está amaneciendo y la gente empieza a salir de los boliches, desordenada y alborotada. En la zona urbana disminuimos la velocidad casi a paso de hombre. Preferimos demorar unos minutos más a cambio de llevarnos una temprana amargura.
Al paso por la ciudad de Ceres, llevamos unos 180 kilómetros de viaje. El sol ya se deja ver y calienta de a poquito la mañana de sábado. Aquí es donde hacemos nuestra primera “parada oficial”. Estiro las piernas, cargamos nafta y seguimos camino con rumbo noroeste.
Pasando por algún pueblito de Santiago de Estero
Mauricio Alvares, meditando sobre su Falcon
Ya nos hemos adentrado en la provincia de Santiago del Estero y decidimos parar en Colonia Dora. Mirando el GPS, calculamos que la próxima estación de servicio queda a cientos de kilómetros, por lo que obligadamente debemos cargar combustible aquí. Para sorpresa de todos, la estación se encuentra superpoblada de vehículos, en donde se forman dos hileras interminables de autos y algunas motos -entre ellas las nuestras-. Calculamos más o menos una hora de espera, lo que nos da tiempo para ir al baño y comer algo. Luego de eso, aprovecho a registrar el momento con mis cámaras de foto y video.
La infinita Ruta 34
Desde que salimos de Rafaela, transitamos por la Ruta Nacional 34. Esta vía recorre casi 1500 kilómetros y se extiende desde Rosario (Santa Fe) hasta Salvador Mazza (Salta), en el límite con Bolivia. Está colmada de vehículos pesados; desde que iniciamos el viaje circulamos junto a camiones, colectivos y máquinas agrícolas de todos los tamaños.
De a ratos el paisaje se torna fatigoso, el sol está arriba de nuestras cabezas y el calor santiagueño empieza a pegar fuerte. Llegamos a la ciudad de La Banda al mediodía, en donde nos esperan unos compañeros moteros. Luego de comer unos sándwiches, nos despedimos de ellos y seguimos viaje. Martín Berardo en su “Versys” se integra al grupo y ahora son cuatro las motos sobre el asfalto rumbo a Machu Picchu. Los de adelante marcan una velocidad que me cuesta seguir. Hay mucho viento de frente, y Dora -mi Tornado- es las más chica de las cuatro.
De repente y sin aviso mi moto empieza a mermar la marcha. Acelero reiteradas veces, pero no sirve de nada: no responde. Debo tirarme a la banquina y ver qué es lo que pasa. Calculo que me quedé sin combustible y ruego que sea eso. Ya llevamos muchos kilómetros recorridos desde la última vez que cargamos y además, la estoy exigiendo más de lo acordado. En la parte trasera del asiento llevo un bidón con nafta. Mientras Mabe saca algunas fotos, vaciamos los cinco litros en el tanque de la Tornado. Pongo la llave, doy contacto, y ARRANCA! Al escuchar nuevamente el motor siento un gran alivio. Nos colocamos el casco y seguimos viaje.
Tomando sol al costado de la ruta...
Esta es mi cara de... "me quedé sin nafta"
El casco, esperando retomar el viaje
Martín Berardo, sobre la Versys
En la intersección con la Ruta 9 nos despedimos de Mauricio y Martín, quienes siguen camino hasta San Salvador de Jujuy, en donde piensan pasar la noche. Antes de la foto grupal y el saludo, sugieren volvernos a encontrar en Cusco -Perú-. Esa es una gran idea, ya que probablemente nuestra estadía coincida con la de ellos.
Argentina, Bolivia, Perú y Chile, allá vamos!
Nosotros nos quedamos en Rosario de la Frontera, en la provincia de Salta. Aquí tenemos un hostel reservado. Fueron casi 800 kilómetros y más de once horas de viaje. Estamos cansados pero con gran expectativa por lo que vendrá. Mañana, la llanura de los campos se transformará en montañas multicolores.
POR ALGUN MOTIVO NO ME CARGO LAS FOTOS! SUPONGO QUE ES POR QUE SOY NUEVO Y DEBEN PASAR UNOS DIAS...ALGUIEN ME LO PUEDE CONFIRMAR? SALUDOS
Pablito viajero- Cantidad de envíos : 4
Fecha de inscripción : 23/10/2013
Edad : 37
Localizacion : Rosario
Re: Viaje a Machu Picchu 2013
que lindos relatos querido!!!!!!!
esperemos que se solucione lo de las fotosss!
esperemos que se solucione lo de las fotosss!
SebaT- Cantidad de envíos : 863
Fecha de inscripción : 09/08/2012
Edad : 44
Localizacion : Zona Oeste
Re: Viaje a Machu Picchu 2013
Disfruten el viaje que es genial, vayan tranquilos sin correr, ojo con el transito en las ciudades de perú que no te respetan, en chile respeten las velocidades que controlan y las multas son grosas, en bolivia lo unico bueno es el salar de oyuni y conocer el lago titicaca si no van ahí no vuelvan por Bolivia, suban a la montaña del Huayna Picchu pero saquen la entradas online porque hay cupos para subir por dia, buen viaje suban fotos!!
Morfeo- Cantidad de envíos : 391
Fecha de inscripción : 01/04/2012
Edad : 49
Localizacion : Capital Federal
Re: Viaje a Machu Picchu 2013
Estuve intentando subir las fotos, pero muchas no cargan y quedan sin subir, por lo que solo subiré los relatos y los videos...las fotos podrán verse cuando termine el blog que estoy armando! :)
Viaje a Machu Picchu en moto: Día 2
Recorrido: Rosario de la Frontera (Argentina) – Villazón (Bolivia)
Distancia: 493 km
Tiempo: 9 hs 30 minutos
La ruta de la Puna
La ansiedad y los nervios del primer día de viaje, eran cosa del pasado. Ahora empezamos a disfrutar planamente de nuestra aventura. A las seis y diez de la mañana partimos hacia La Quiaca, y a unos pocos kilómetros el paisaje se torna muy diferente. Predomina el color verde de las montañas y la ruta que transitamos se hace cada vez más sinuosa.
Paramos a desayunar en una estación de servicio, en San Salvador de Jujuy, y mientras disfrutamos de un rico café con medialunas vemos a través del vidrio dos viajeros en moto que se acercan. Son Mauricio y Martín! –nuevamente y de casualidad nos volvemos a encontrar-. Mientras Mauricio trata de inflar una rueda, Martin le ayuda a sostener la moto. Con Gabi sumamos nuestra asistencia, y de repente todos empezamos a reír, ya que somos cuatro personas alrededor de una moto tratando de inflar una rueda. Mauricio y Martin parten nuevamente. También se dirigen a Machu Picchu, pero harán un recorrido inverso al nuestro; primero cruzarán a Chile, luego Perú y la vuelta será por Bolivia.
Retomamos la Ruta 9 y nos dirigimos hacia la Quebrada de Humahuaca, en donde el verde se transforma rápidamente en diferentes tonos de marrones. Las vistas son impresionantes y el Cerro de los Siete Colores se roba la mirada de los tres. Nuestro paso por la quebrada es fugaz, pero en mi cabeza queda pendiente la idea de hacer un futuro viaje y dedicarlo especialmente a recorrer estas rutas.
Al llegar a Tilcara puedo ver que la ciudad está abarrotada de Turistas; las calles están llenas de gente y autos que van y vienen. Debemos cargar nafta, pero decidimos seguir hasta Humahuaca, en donde encontramos una estación de servicio muy pintoresca en pleno centro. Mientras esperamos nuestro turno para reponer combustible, charlamos con gente de diferentes lugares, que curiosos, nos hacen variadas preguntas; de dónde venimos, a qué velocidad viajamos, cuántos kilómetros llevamos hechos, hacia donde nos dirigimos, y muchas otras que nosotros entusiasmados respondemos con lujo de detalles.
A medida que pasa el día, la altura del terreno comienza a elevarse. Mi respiración se va dificultando y Gabi empieza a sufrir fuertes dolores de cabeza. Para contrarrestar el mal de altura vamos “coqueando” –colocamos entre las mejillas y la mandíbula hojas de coca-. Por $10 compramos una bolsita en un kiosco de Rosario de la Frontera. Cuando probamos por primera vez la coca, sentimos un sabor realmente amargo y casi la terminamos escupiendo. Lo que ignorábamos era que las hojas no se deben mascar, si no que hay que dejarlas que solas vayan soltando el sabor. Charlando con gente de la región, nos dijeron que este hábito además de contrarrestar el mal de altura, es usado para combatir el sueño, el hambre, la sed y el cansancio, y es posible clasificar a las hojas según su calidad y también según la cantidad que contenga el envase.
Seguimos recorriendo la Quebrada de Humahuaca en paralelo al Río Grande, que se encuentra totalmente seco, pero así mismo nos ofrece unos paisajes increíbles. Cerca de un pueblito llamado Tres Cruces tomamos unas fotografías, aprovechando a descansar. Como curiosidad, hace mucho tiempo que dejé de ver vacas y caballos en los campos. En estas tierras reinan las llamas, y me sorprendo cada vez que veo decenas de ellas pastando al costado de la ruta.
Un extraterrestre en Bolivia
Un gran cartel verde nos indica que hemos llegado a La Quiaca. Contentos, detenemos los motores e inmortalizamos el momento con varias fotografías. Recorremos la ciudad, compramos algo de comer y sin perder demasiado tiempo nos dirigimos hacia la frontera con Bolivia. En aduana nos dicen que podemos cruzar caminando, sin hacer trámites migratorios. La idea es averiguar por hospedajes en Villazón -para pasar allí la noche-. De esta manera, evitaríamos hacer los trámites mañana y podríamos salir bien temprano a la ruta.
Por votación unánime, el elegido para cruzar soy yo. Me calzo las zapatillas, agarro las anotaciones que Gabi tiene de varios hospedajes, una lapicera y me lanzo hacia el puente internacional, entre una multitud que va y viene cargando gigantes bolsos con mercadería. Me siento bastante raro y diferente. Apenas cruzo el arco que dice “Bienvenidos a la República de Bolivia”, todas las miradas recaen en mí. Supongo que el equipo de motociclista que llevo puesto me hace ver como un extraterrestre. Desemboco en una calle en la que hay cientos de comercios, amontonados unos contra otros. Artículos de electrónica se mezclan con ropa de lana y casas de cambio, entre otros rubros. Preguntando a un taxista ubico algunos hospedajes apuntados. Casi ninguno cuenta con agua caliente y menos aún con lugar para las motos, hasta que llego al “Palace Hotel”, que parece ser el indicado. El encargado me sugiere dejar las motos en una galería interna, y al parecer, éste sí cuenta con agua caliente para bañarse.
Sin dar más vueltas, vuelvo a La Quiaca –nuevamente estoy en Argentina!- y me reúno con Gabi y Mabe. Luego de presentar los documentos requeridos en aduana obtenemos el permiso para cruzar el puente “Horacio Guzmán”, pero esta vez en moto. Llegamos al hotel cayendo la tarde. La puerta del frente es muy angosta, y no se puede abrir en su totalidad, por lo que las motos no entran así. Después de unos cuantos intentos, sacando las valijas y alforjas laterales logramos ingresarlas. Con la poca luz del día que nos queda, nos dirigimos al centro, para cambiar dinero y a hacer unas compras –algunos recuerdos y la popular y tan buscada pastilla Soroche Pills, para el mal de altura-.
Es nuestro primer día es este país y por ende debemos atrasar nuestros relojes (hay una hora de diferencia con respecto a Argentina). A la noche estoy exhausto, fueron 493 kilómetros en casi diez horas de viaje, y necesito un baño. El agua por suerte sale caliente y me relaja por completo.
Dispuestos a un merecido descanso y para reponer fuerzas nos acostamos temprano, ya que mañana también será un día duro. Pero hay algo de lo que no fuimos advertidos. A pocos metros del hotel se encuentra un boliche, y pareciera que todo Villazón justo hoy salió a bailar. Me despierto a cada rato con temas de “Pablito Lescano”, “Nene Malo” y “Las Culisueltas”, que se repiten hasta mi hartazgo durante toda la noche. Mi primera experiencia durmiendo afuera del país no es nada agradable, pero me consiento con pensar que mañana estaré disfrutando de una verdadera aventura, cruzando montañas a 4500 msnm., y hacia el salar más grande del mundo.
Viaje a Machu Picchu en moto: Día 2
Recorrido: Rosario de la Frontera (Argentina) – Villazón (Bolivia)
Distancia: 493 km
Tiempo: 9 hs 30 minutos
La ruta de la Puna
La ansiedad y los nervios del primer día de viaje, eran cosa del pasado. Ahora empezamos a disfrutar planamente de nuestra aventura. A las seis y diez de la mañana partimos hacia La Quiaca, y a unos pocos kilómetros el paisaje se torna muy diferente. Predomina el color verde de las montañas y la ruta que transitamos se hace cada vez más sinuosa.
Paramos a desayunar en una estación de servicio, en San Salvador de Jujuy, y mientras disfrutamos de un rico café con medialunas vemos a través del vidrio dos viajeros en moto que se acercan. Son Mauricio y Martín! –nuevamente y de casualidad nos volvemos a encontrar-. Mientras Mauricio trata de inflar una rueda, Martin le ayuda a sostener la moto. Con Gabi sumamos nuestra asistencia, y de repente todos empezamos a reír, ya que somos cuatro personas alrededor de una moto tratando de inflar una rueda. Mauricio y Martin parten nuevamente. También se dirigen a Machu Picchu, pero harán un recorrido inverso al nuestro; primero cruzarán a Chile, luego Perú y la vuelta será por Bolivia.
Retomamos la Ruta 9 y nos dirigimos hacia la Quebrada de Humahuaca, en donde el verde se transforma rápidamente en diferentes tonos de marrones. Las vistas son impresionantes y el Cerro de los Siete Colores se roba la mirada de los tres. Nuestro paso por la quebrada es fugaz, pero en mi cabeza queda pendiente la idea de hacer un futuro viaje y dedicarlo especialmente a recorrer estas rutas.
Al llegar a Tilcara puedo ver que la ciudad está abarrotada de Turistas; las calles están llenas de gente y autos que van y vienen. Debemos cargar nafta, pero decidimos seguir hasta Humahuaca, en donde encontramos una estación de servicio muy pintoresca en pleno centro. Mientras esperamos nuestro turno para reponer combustible, charlamos con gente de diferentes lugares, que curiosos, nos hacen variadas preguntas; de dónde venimos, a qué velocidad viajamos, cuántos kilómetros llevamos hechos, hacia donde nos dirigimos, y muchas otras que nosotros entusiasmados respondemos con lujo de detalles.
A medida que pasa el día, la altura del terreno comienza a elevarse. Mi respiración se va dificultando y Gabi empieza a sufrir fuertes dolores de cabeza. Para contrarrestar el mal de altura vamos “coqueando” –colocamos entre las mejillas y la mandíbula hojas de coca-. Por $10 compramos una bolsita en un kiosco de Rosario de la Frontera. Cuando probamos por primera vez la coca, sentimos un sabor realmente amargo y casi la terminamos escupiendo. Lo que ignorábamos era que las hojas no se deben mascar, si no que hay que dejarlas que solas vayan soltando el sabor. Charlando con gente de la región, nos dijeron que este hábito además de contrarrestar el mal de altura, es usado para combatir el sueño, el hambre, la sed y el cansancio, y es posible clasificar a las hojas según su calidad y también según la cantidad que contenga el envase.
Seguimos recorriendo la Quebrada de Humahuaca en paralelo al Río Grande, que se encuentra totalmente seco, pero así mismo nos ofrece unos paisajes increíbles. Cerca de un pueblito llamado Tres Cruces tomamos unas fotografías, aprovechando a descansar. Como curiosidad, hace mucho tiempo que dejé de ver vacas y caballos en los campos. En estas tierras reinan las llamas, y me sorprendo cada vez que veo decenas de ellas pastando al costado de la ruta.
Un extraterrestre en Bolivia
Un gran cartel verde nos indica que hemos llegado a La Quiaca. Contentos, detenemos los motores e inmortalizamos el momento con varias fotografías. Recorremos la ciudad, compramos algo de comer y sin perder demasiado tiempo nos dirigimos hacia la frontera con Bolivia. En aduana nos dicen que podemos cruzar caminando, sin hacer trámites migratorios. La idea es averiguar por hospedajes en Villazón -para pasar allí la noche-. De esta manera, evitaríamos hacer los trámites mañana y podríamos salir bien temprano a la ruta.
Por votación unánime, el elegido para cruzar soy yo. Me calzo las zapatillas, agarro las anotaciones que Gabi tiene de varios hospedajes, una lapicera y me lanzo hacia el puente internacional, entre una multitud que va y viene cargando gigantes bolsos con mercadería. Me siento bastante raro y diferente. Apenas cruzo el arco que dice “Bienvenidos a la República de Bolivia”, todas las miradas recaen en mí. Supongo que el equipo de motociclista que llevo puesto me hace ver como un extraterrestre. Desemboco en una calle en la que hay cientos de comercios, amontonados unos contra otros. Artículos de electrónica se mezclan con ropa de lana y casas de cambio, entre otros rubros. Preguntando a un taxista ubico algunos hospedajes apuntados. Casi ninguno cuenta con agua caliente y menos aún con lugar para las motos, hasta que llego al “Palace Hotel”, que parece ser el indicado. El encargado me sugiere dejar las motos en una galería interna, y al parecer, éste sí cuenta con agua caliente para bañarse.
Sin dar más vueltas, vuelvo a La Quiaca –nuevamente estoy en Argentina!- y me reúno con Gabi y Mabe. Luego de presentar los documentos requeridos en aduana obtenemos el permiso para cruzar el puente “Horacio Guzmán”, pero esta vez en moto. Llegamos al hotel cayendo la tarde. La puerta del frente es muy angosta, y no se puede abrir en su totalidad, por lo que las motos no entran así. Después de unos cuantos intentos, sacando las valijas y alforjas laterales logramos ingresarlas. Con la poca luz del día que nos queda, nos dirigimos al centro, para cambiar dinero y a hacer unas compras –algunos recuerdos y la popular y tan buscada pastilla Soroche Pills, para el mal de altura-.
Es nuestro primer día es este país y por ende debemos atrasar nuestros relojes (hay una hora de diferencia con respecto a Argentina). A la noche estoy exhausto, fueron 493 kilómetros en casi diez horas de viaje, y necesito un baño. El agua por suerte sale caliente y me relaja por completo.
Dispuestos a un merecido descanso y para reponer fuerzas nos acostamos temprano, ya que mañana también será un día duro. Pero hay algo de lo que no fuimos advertidos. A pocos metros del hotel se encuentra un boliche, y pareciera que todo Villazón justo hoy salió a bailar. Me despierto a cada rato con temas de “Pablito Lescano”, “Nene Malo” y “Las Culisueltas”, que se repiten hasta mi hartazgo durante toda la noche. Mi primera experiencia durmiendo afuera del país no es nada agradable, pero me consiento con pensar que mañana estaré disfrutando de una verdadera aventura, cruzando montañas a 4500 msnm., y hacia el salar más grande del mundo.
Pablito viajero- Cantidad de envíos : 4
Fecha de inscripción : 23/10/2013
Edad : 37
Localizacion : Rosario
Re: Viaje a Machu Picchu 2013
A pocos metros del hotel se encuentra un boliche, y pareciera que todo Villazón justo hoy salió a bailar. Me despierto a cada rato con temas de “Pablito Lescano”, “Nene Malo” y “Las Culisueltas”
EHHHHHHH!!!!! PERO QUE DECIS?!?!?!??? TENDRIAS Q ESTAR AGRADECIDOOOO!!!! jajajajaja...
y el resto del viaje? O.o
EHHHHHHH!!!!! PERO QUE DECIS?!?!?!??? TENDRIAS Q ESTAR AGRADECIDOOOO!!!! jajajajaja...
y el resto del viaje? O.o
talitob220- Cantidad de envíos : 2297
Fecha de inscripción : 04/12/2010
Edad : 40
Localizacion : Buenos Aires - Junín
Re: Viaje a Machu Picchu 2013
Viaje a Machu Picchu en moto: Día 3
Fecha: 31-03-13
Recorrido: Villazón (Bolivia) - Uyuni (Bolivia)
Distancia: 300 km
Tiempo: 10 hs
Largo camino al Salar
Son las siete y treinta de la mañana en Villazón. Estamos listos para partir hacia Uyuni: las valijas cargadas, las motos en condiciones y con el tanque lleno, y nosotros, con muchas ganas de aventurarnos en un nuevo día de viaje. Sin embargo, de entrada me encuentro con un contratiempo, la moto no quiere arrancar. Intento una vez más colocando el cebador, le cuesta un poco, pero al final “Dora” se digna a arrancar. Supongo que es por la altura del lugar y también por el frio que hace, dos factores que al combinarse complican el encendido. Por suerte, solo fue un susto y la moto ya regula correctamente. Dejamos la ciudad, cuyas calles están prácticamente vacías a esta hora de la mañana, a pesar de que el sol ya ha salido por completo.
A medida que avanzamos, el paisaje me deslumbra, vamos por una ruta que bordea montañas multicolores con formas exóticas. Nunca me hubiera imaginado que el país que recorremos -Bolivia- tiene tan hermosas vistas. Descubrimos lugares de una belleza única, que nunca he contemplado en fotos, por lo que me siento un privilegiado de poder conocerlos a cada kilómetro.
La ruta está perfectamente asfaltada y denota que fue construida hace poco. Las curvas cerradas y los túneles que debemos atravesar nos permiten disfrutar a pleno de la conducción de las motos. Llegando a nuestro primer destino del día, de repente nos encontramos con una soga cruzada en medio de la carretera; es un peaje. Nos detenemos, Mabe camina hacia unas oficinas al costado de la “barrera de soga”, realiza el pago de 5 Pesos Bolivianos por cada moto, y seguimos viaje.
A través de un gran puente, cruzamos el río Tupiza, que en esta época del año se encuentra con muy poca agua, y llegamos la ciudad del mismo nombre. Decidimos hacer una parada, compramos unos sándwiches y frutas en un mercado de la ciudad y nos sentamos a comer en un banco de la Plaza de Armas. Cada vez disfruto más de estas comidas al mejor estilo viajero, sin cubiertos y con vista a los pintorescos edificios que rodean el centro.
Dejamos atrás la colorida ciudad de Tupiza. Nos quedaron muchas ganas de seguir recorriendo sus calles con mayor detenimiento y charlar con su gente, pero debemos llegar antes de que anochezca a Uyuni. En las afueras de la ciudad Gabi charla con un taxista local pidiendo referencias del camino. Al mirar el auto, me llama la atención una calcomanía de Boca Juniors que tiene en el parabrisas y tras arrancar le grito: -Dale Boca! a lo que el chofer responde -Aguante Boca!!
Camino agreste
Después de unos kilómetros dejamos la ruta asfaltada que se dirige hacia Potosí, mientras un cartel sobre el ripio anuncia “UYUNI 208 Km”. Aquí comienza la verdadera aventura.
El paisaje es tan llamativo que cada tanto me distraigo en el manejo de la moto, hipnotizado con las montañas y valles por los que pasamos. Gabi me deja ir adelante, registrando todo con la cámara en mi casco. Entusiasmado acelero como si fuera un corredor del Dakar, pero de repente me encuentro con un badén muy pronunciado, que no me da tiempo a frenar, y al pasarlo escucho un fuerte ruido. Al mirar para atrás veo la valija de la moto -la derecha- volando por los aires. Regreso a buscarla -esperando verla destartalada-, pero increíblemente, está intacta! y esperándome paradita para seguir camino. No lo puedo creer, no se ha roto nada de lo que llevo adentro, solo se desacomodaron algunas cosas, nada de qué preocuparse. Mientras tanto llegan Gabi y Mabe, que con cámara en mano no duda en registrar este insólito momento.
Decidimos hacer un descanso y comer unas galletitas al costado de un río casi seco, apenas un hilo de agua pasa por el medio. Unos minutos después, aparece un colectivo, es de doble piso y bien bajo, lo que hace muy difícil su conducción a través del vado. El acompañante se baja, estudia la situación y empieza a colocar piedras en el río para permitir el paso del enorme vehículo. Sin embargo, solo no puede. Poco a poco comienzan a bajar los pasajeros: cholitas con sus trenzas largas y coloridas polleras, turistas que hablan en ingles, niños, personas mayores, y hasta Gabi se dispone a ayudar y tira algunas piedras, mientras Mabe observa el Show y yo, grabo con la cámara de video. Después de unos 20 minutos, el colectivo logra pasar, tambaleándose de un lado a otro. La situación genera unas cuantas risas y una buena anécdota que quedará para la posteridad.
Pasando por la ciudad de Atocha -a mitad del trayecto estipulado para el día- la valija vuelve a desprenderse en una zona de serruchos. Estamos agotados, el viaje es muy cansador y este contratiempo nos pone de muy mal humor. Pero todavía falta una prueba más: atravesar un desierto.
El camino ahora tiene unos arenales interminables, que hacen que la moto se hunda y la rueda delantera doble para cualquier lado. Voy tratando de eludir una caída, pero es muy difícil, más de una vez quedo a centímetros del suelo, con la moto totalmente inclinada. A Gabi también se le dificulta el manejo y le sugiere a Mabe que se baje y haga unos metros caminando. Finalmente salimos victoriosos de este obstáculo, ahora ya nos queda recorrer un camino casi recto hasta Uyuni, que a pesar de ser más fácil, está lleno de calaminas; lo que nosotros conocemos como serruchos.
Acercándonos a Uyuni dirijo la vista hacia el infinito, tratando de encontrar el salar, pero nada!, debe estar en otro sentido, quizás el contrario al que transitamos. Llegamos a las cinco y media de la tarde, después de diez horas y trescientos kilómetros de pura aventura, que sin dudas mañana al ver el gran Salar, habrán valido la pena haberlos recorrido.
Fecha: 31-03-13
Recorrido: Villazón (Bolivia) - Uyuni (Bolivia)
Distancia: 300 km
Tiempo: 10 hs
Largo camino al Salar
Son las siete y treinta de la mañana en Villazón. Estamos listos para partir hacia Uyuni: las valijas cargadas, las motos en condiciones y con el tanque lleno, y nosotros, con muchas ganas de aventurarnos en un nuevo día de viaje. Sin embargo, de entrada me encuentro con un contratiempo, la moto no quiere arrancar. Intento una vez más colocando el cebador, le cuesta un poco, pero al final “Dora” se digna a arrancar. Supongo que es por la altura del lugar y también por el frio que hace, dos factores que al combinarse complican el encendido. Por suerte, solo fue un susto y la moto ya regula correctamente. Dejamos la ciudad, cuyas calles están prácticamente vacías a esta hora de la mañana, a pesar de que el sol ya ha salido por completo.
A medida que avanzamos, el paisaje me deslumbra, vamos por una ruta que bordea montañas multicolores con formas exóticas. Nunca me hubiera imaginado que el país que recorremos -Bolivia- tiene tan hermosas vistas. Descubrimos lugares de una belleza única, que nunca he contemplado en fotos, por lo que me siento un privilegiado de poder conocerlos a cada kilómetro.
La ruta está perfectamente asfaltada y denota que fue construida hace poco. Las curvas cerradas y los túneles que debemos atravesar nos permiten disfrutar a pleno de la conducción de las motos. Llegando a nuestro primer destino del día, de repente nos encontramos con una soga cruzada en medio de la carretera; es un peaje. Nos detenemos, Mabe camina hacia unas oficinas al costado de la “barrera de soga”, realiza el pago de 5 Pesos Bolivianos por cada moto, y seguimos viaje.
A través de un gran puente, cruzamos el río Tupiza, que en esta época del año se encuentra con muy poca agua, y llegamos la ciudad del mismo nombre. Decidimos hacer una parada, compramos unos sándwiches y frutas en un mercado de la ciudad y nos sentamos a comer en un banco de la Plaza de Armas. Cada vez disfruto más de estas comidas al mejor estilo viajero, sin cubiertos y con vista a los pintorescos edificios que rodean el centro.
Dejamos atrás la colorida ciudad de Tupiza. Nos quedaron muchas ganas de seguir recorriendo sus calles con mayor detenimiento y charlar con su gente, pero debemos llegar antes de que anochezca a Uyuni. En las afueras de la ciudad Gabi charla con un taxista local pidiendo referencias del camino. Al mirar el auto, me llama la atención una calcomanía de Boca Juniors que tiene en el parabrisas y tras arrancar le grito: -Dale Boca! a lo que el chofer responde -Aguante Boca!!
Camino agreste
Después de unos kilómetros dejamos la ruta asfaltada que se dirige hacia Potosí, mientras un cartel sobre el ripio anuncia “UYUNI 208 Km”. Aquí comienza la verdadera aventura.
El paisaje es tan llamativo que cada tanto me distraigo en el manejo de la moto, hipnotizado con las montañas y valles por los que pasamos. Gabi me deja ir adelante, registrando todo con la cámara en mi casco. Entusiasmado acelero como si fuera un corredor del Dakar, pero de repente me encuentro con un badén muy pronunciado, que no me da tiempo a frenar, y al pasarlo escucho un fuerte ruido. Al mirar para atrás veo la valija de la moto -la derecha- volando por los aires. Regreso a buscarla -esperando verla destartalada-, pero increíblemente, está intacta! y esperándome paradita para seguir camino. No lo puedo creer, no se ha roto nada de lo que llevo adentro, solo se desacomodaron algunas cosas, nada de qué preocuparse. Mientras tanto llegan Gabi y Mabe, que con cámara en mano no duda en registrar este insólito momento.
Decidimos hacer un descanso y comer unas galletitas al costado de un río casi seco, apenas un hilo de agua pasa por el medio. Unos minutos después, aparece un colectivo, es de doble piso y bien bajo, lo que hace muy difícil su conducción a través del vado. El acompañante se baja, estudia la situación y empieza a colocar piedras en el río para permitir el paso del enorme vehículo. Sin embargo, solo no puede. Poco a poco comienzan a bajar los pasajeros: cholitas con sus trenzas largas y coloridas polleras, turistas que hablan en ingles, niños, personas mayores, y hasta Gabi se dispone a ayudar y tira algunas piedras, mientras Mabe observa el Show y yo, grabo con la cámara de video. Después de unos 20 minutos, el colectivo logra pasar, tambaleándose de un lado a otro. La situación genera unas cuantas risas y una buena anécdota que quedará para la posteridad.
Pasando por la ciudad de Atocha -a mitad del trayecto estipulado para el día- la valija vuelve a desprenderse en una zona de serruchos. Estamos agotados, el viaje es muy cansador y este contratiempo nos pone de muy mal humor. Pero todavía falta una prueba más: atravesar un desierto.
El camino ahora tiene unos arenales interminables, que hacen que la moto se hunda y la rueda delantera doble para cualquier lado. Voy tratando de eludir una caída, pero es muy difícil, más de una vez quedo a centímetros del suelo, con la moto totalmente inclinada. A Gabi también se le dificulta el manejo y le sugiere a Mabe que se baje y haga unos metros caminando. Finalmente salimos victoriosos de este obstáculo, ahora ya nos queda recorrer un camino casi recto hasta Uyuni, que a pesar de ser más fácil, está lleno de calaminas; lo que nosotros conocemos como serruchos.
Acercándonos a Uyuni dirijo la vista hacia el infinito, tratando de encontrar el salar, pero nada!, debe estar en otro sentido, quizás el contrario al que transitamos. Llegamos a las cinco y media de la tarde, después de diez horas y trescientos kilómetros de pura aventura, que sin dudas mañana al ver el gran Salar, habrán valido la pena haberlos recorrido.
Pablito viajero- Cantidad de envíos : 4
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